Mi primera reacción al leer el mail que recibí de Ana Bigudíes ya se la conté aquí. La podría catalogar de tremenda ilusión, fue un “yujuuuu” en toda regla.
Mi Señora Madre ha sido peluquera toda la vida y he vivido en mis carnes sus jornadas interminables de trabajo, las vacaciones familiares medio frustradas, el “ya te pago la semana que viene” y los peinados terapéuticos. Es decir, esos que empiezan con el peine y acaban con el clínex. Y es que, a veces, algunas clientas iban a la pelu a desahogarse sin importarles demasiado si volvían a casa con mechas rosadas, con rizo a lo afro o con el cardado que Alaska lució en los 80.
Experimentar todo esto, creo que despertó en mi cierta empatía con las peluqueras y me hizo valorar el proyecto que Ana ha creado desde el primer momento en el que oí hablar de él. Ella es la dueña de Los Bigudíes de Rubíes, un saloncito valenciano especializado en trenzas y peinados juveniles con aires romanticones. Una pasada, vaya! A veces me entran ganas de dejarme el pelo largo para que me trencen un poco a mí también, de verdad!

Ana me planteó la renovación del rótulo que presidía su fachada. Tampoco hizo falta que me diera muchos detalles, yo conocía su marca y su filosofía. Por lo que, desde los primeros bocetos, el proyecto estuvo encaminado. Finalmente, le colocamos un cartel de casi cinco metros, con letras en relieve y con fondo desgastado. Ahora, el exterior del negocio está completamente cohesionado con la estética del interior y de los looks que en él se crean.
Al final, lo importante de un proyecto tan enriquecedor como este, es poder acabarlo con la misma ilusión con la que lo empezamos… Y lo hemos conseguido! Yujuuuu!!

Las fotografías del interior del salón y los peinados son del Instagram de Los Bigudíes de Rubíes.